
Etoro, la tribu reconocida por sus rituales y practicas homosexuales

La tribu Etoro, está ubicada demográficamente, en el Estado Independiente de Papúa Nueva Guinea, un país soberano de Oceanía que ocupa la mitad oriental de la isla de Nueva Guinea, y la otra mitad es parte del estado de Nueva Guinea Occidental, con una numerosa cantidad de islas situadas alrededor de esta. Etoro es una comunidad conformada por apenas 400 integrantes.
Esta tribu es conocida mundialmente debido a las prácticas homosexuales que realizan en rituales y en su cotidianidad, estas acciones son llevadas a cabo con el fin de reafirmar su filosofía de vida, las creencias, tradiciones y cosmovisiones que han traspasado de generación en generación, a lo largo de su historia.
Los roles de género están muy marcados en esta tribu, de modo que, las mujeres cumplen únicamente la labor de reproducción y cuidado de los niños hasta culminar la edad de la niñez, alrededor de los 7 años. Entre mujeres y hombres hay relativamente poco contacto personal, ya que, las relaciones heterosexuales son rechazadas por esta tribu.
Tras haber cumplido los 10 años de edad y hasta los 20, los niños y jóvenes son puestos por un hombre adulto, a aprender las tácticas de caza y cultivo, pero, sobre todo son inducidos a practicar lo que comúnmente se le denomina “sexo oral”, debido a que se tiene la creencia de que el semen es sagrado, que su cantidad es limitada, por lo tanto, debe ser aprovechado y traspasado.
La finalidad de estas acciones es contribuir al desarrollo y crecimiento de los niños y jóvenes, así mismo, las madres gestantes reciben semen vía oral para que, de acuerdo con ellos, puedan amamantar y producir la cantidad de leche necesaria para este fin.
El antropólogo Francisco Javier Pérez Guirao indica que, “no hay prácticas en sí mismas moralmente buenas y prácticas moralmente malas, porque ninguna es por definición respetuosa, no coercitiva y consentida”.
Esta tribu sirve para dar ejemplo al concepto erróneo que tenemos frente a las prácticas sexuales diferentes a las de la propia cultura, de modo que, las prácticas sexuales y los roles de género se dan a partir de la construcción de un orden social y no de una determinación biológica preexistente.